martes, 3 de diciembre de 2013

4.- Anécdota

Mi primer concierto


-Era un día soleado, un día dos de Noviembre del 2012, en Viña del Mar. Yo estaba lista para conocer al grupo que había estado esperando por cinco años. Tenía tantos nervios, ansiedad, y una combinación de emociones en mi mente que no podía quedarme tranquila. Yo traía conmigo un peluche rosado en forma de conejo, era un pequeño regalo para la banda. Estuvimos con mi amiga esperando desde las doce del mediodía hasta las siete de la tarde, hora en que se abrieron las puertas del escenario. Cuando al fin logramos entrar al recinto, nos sentamos en la zona VIP a esperar; el concierto comenzaba a las ocho así que aún teníamos una hora libre. Esa fue la hora más eterna para mí, yo seguía con el conejo en mis brazos, esperando por ellos.

Cuando comenzó el espectáculo, mi corazón se aceleró a mil latidos por segundo y más aún cuando vi con mis propios ojos por primera vez al grupo que amaba. Fueron dos horas de pura euforia, gritos, llantos y alguno que otro desmayo. En un momento se me olvidó que tenía el peluche, el que estaba tirado en el piso, casi aplastado por todos los fans. Cuando me di cuenta de que no lo tenía en mis brazos, entré en pánico por un segundo y lo comencé a buscar, por suerte no estaba tan lejos de mí así que me agaché a recogerlo. Volví mi mirada al escenario y cuando ellos estaban lo suficientemente cerca de mí, lo tiré sin pensarlo. El peluche cayó en la orilla del recinto y ninguno de los integrantes lo vio. Yo estaba un poco triste, pero seguí al ritmo de la música y los gritos.

Al final del concierto, el grupo comenzó a bailar al estilo libre, cuando vi que uno de los integrantes se acercó a mi lugar, recogió el conejo y empezó a bailar con él. Mi corazón se detuvo por un largo rato y luego de eso no pude dejar de gritar, y aquel integrante, después de dirigirme una hermosa sonrisa, se llevó el pequeño peluche en sus brazos.

Esta es mi anécdota, un inesperado momento en el que un tierno peluche que se encontraba guardado en un rincón de mi pieza, llegó a pertenecer a uno de los integrantes de la banda más hermosa que he conocido. Sinceramente, esta historia me dejó una enseñanza muy importante, y es que, por mucho que veamos a las bandas como "ídolos", son personas como nosotros, que son capaces de agradecer pequeñas cosas como mi regalo. Ellos sienten el cariño de los fans y ríen, y lloran con nosotros. Para ellos, también son momentos inolvidables.

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